Como sabemos, hay gente de perros y gente de gatos. Así es el mundo. Si todavía tienes dudas sobre la categoría en la que estás, aquí tienes 10 señales que no están equivocadas.
1. Te fijas en todos los gatos que pasan
Cuando te encuentras con un gato de camino al trabajo o de vacaciones, te sientes obligado a compartir tu felicidad con tu compañero de viaje: «¡Oh mira, un gato!». Como si acabaras de ver un raro animal exótico. Su compañero le mira entonces con una mirada de disgusto, pensando que no hay nada más banal que ver un gato en la calle y que es absolutamente inútil que usted se lo señale. Olvídalo, no puede entenderlo.
2. Hablas con los gatos
Ya sea con sus propios o con sus amigos, le gusta entablar conversación con los felinos. Y por una buena razón, no pierden la oportunidad de responderle, ya sea con maullidos o parpadeos. Todos piensan que estás loco, pero no te importa, sabes que te entienden y tú los entiendes a ellos. Pero silencio, es un secreto…
3. Nunca molestas a un gato
Prefiero morir que hacer que un gato que se durmió en tu regazo se vaya. No sólo no se mueve ni una pulgada para no despertarlo, sino que es capaz de permanecer en esta posición durante horas, incluso si el horno se está calentando, si tiene una necesidad urgente, si suena el teléfono o si tiene una cita con el peluquero. No, no eres raro, sólo eres apasionado.
4. Respondes al más mínimo deseo del gato.
¿Tu gato tiene hambre? Usted se apresura a su comida y se la trae (obviamente) porque prefiere comer en la sala de estar en vez de en la cocina. ¿Tiene ganas de salir? Corres a abrirle la puerta. ¿Quiere jugar? Deje toda actividad y asuma el papel de presa viviente. En tu casa, el gato es el rey, y él lo sabe.
5. Le cuentas a tus amigos las hazañas de tu gato
¿Su gato jugó por primera vez con el juguete de plumas que le compró cuando pensó que lo odiaba y que nunca lo tocaría? Eso es todo lo que se necesita para que le digas a todos tus colegas de la oficina a la mañana siguiente: «Oye, no sabes la noticia, Minette jugó con el juguete de plumas que le compré, ¡ya sabes el rosa del que te hablé! ¡Todavía no puedo creerlo! Es increíble, ¿no? ¿No es así?» No te preocupes, si no recibes una respuesta, tus amigos no te escucharán más.
6. Compartes todo con tu gato
Tú y tu gato, es un romance de fusión. Te debes a ti mismo compartir todo: la cama, el sofá, la cena, las redes sociales, los pelos de la boca… Y cuando dicen que lo compartes todo, también significa que no tienes privacidad. Tu gato te sigue a todas partes: al baño, a la cocina, al dormitorio… Y eso está bien.
7. No puedes evitar acariciar a cada gato que ves.
Es una verdadera manía. Tan pronto como veas un gato, tu primer instinto es acercarte a él y acariciarlo, o incluso abrazarlo. Incluso si el gato acaba de tener un buen baño de barro. ¿La razón? Estás completamente enganchado. Incluso es para preguntarse si no te han hechizado…
8. Tu portátil está lleno de fotos y vídeos de gatos.
Si tienes un gato, tu teléfono probablemente esté lleno de fotos y vídeos de tu gato comiendo, durmiendo, caminando, observándote… Y encuentras estas imágenes tan fascinantes que no puedes evitar mostrarlas a todo el mundo, todo el tiempo. Su gato puede incluso estar en su foto de perfil. Pero no, no es una obsesión…
9. No puedes dormirte sin el sonido de un ronroneo.
Es un hecho, el sueño llega mucho más rápido cuando tienes un gato en tu cama a la hora de dormir. Y eso es comprensible, porque es un hecho comprobado que el ronroneo de los gatos tiene un poder calmante en nuestro cuerpo y mente.